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Patriarcados versus Feminismos: Una historia parte II


Después de la etapa del que fue “DARSE CUENTA”, de tomar las Declaraciones  Universales de los derechos del “HOMBRE”, para ponerlas en jaque con las referencias de Igualdad, libertar y fraternidad, desde donde las Mujeres ubicadas en diferentes sectores sociales comienzan a debatir sobre la visualización real de esas consignas para toda las personas, sin que el ser Mujer fuera una segregación social. A finales de los 60 y principios de los 70 comienzan a darse cambios históricos y políticos en diferentes concepciones, donde no podía faltar la inaudible revuelta del 68 en comenzar a cuestionar los sectores domésticos, familiares. Confrontando y rompiendo parámetros de costumbres dentro del entorno familiar y de parejas. Cuestionando y posicionando la doble moral que en muchos casos existía  dentro de los roles familiares.
Con las expresiones en las calles de “Lo Personal es político” denotaba que las concepciones se ampliaban y cuestionarían dentro de cada familia, barrio y en las relaciones interpersonales cotidianas, dentando que no sólo había que remover y cuestionar las estructuras político-jurídicas, sino que había que avanzar desde cada persona es y era un ser político  y que por ese motivo existían  poderes tanto afuera como en el interior de cada casa, cada estructura social barrial y laboral.
En esta etapa con la frase “Mi cuerpo es mío” las activistas feministas dan cuenta de un poder de apropiación por parte de los varones, gobiernos, las religiones y los estados de la capacidad reproductiva de las Mujeres. Se comienza a re-estructurar las relaciones laborales, sexuales y del acceso por parte de las Mujeres de una sexualidad libre y segura. Por medio del acceso a los medios anticonceptivos necesarios para poder gozar de una sexualidad plena, cuestionando el papel meramente reproductivo que desde las concepciones dominantes varoniles ponían de manifiesto a cada mujer.
La autonomía de las Mujeres tomando el control de lo político, de salir al mercado laboral, brinda cambios profundos y significativos que serán visibilizados desde diferentes grupos y concepciones. Analizados y cuestionados y comenzarán los grupos de Mujeres como espacios de crecimiento personal, de discusión política, de educación y de la radicalización feminista. Los llamados grupos de autoconciencia servirán de apoyo a las Mujeres que quieran y cuestionen el orden establecido.
Desde estos grupos de auto afirmación del género femenino, comienzan a dar batalla cuestionando en la profundidad de los reclamos, en visibilizar la violencia ejercida desde los hogares, traerán cambios profundos en las ciencias, en la cultura en general. Incorporando una comprensión del Mundo más abarcadora. Compleja y humana.
Los conceptos del patriarcado, el capitalismo y las fuerzas productivas, que diferentes concepciones y corrientes políticas profundizan serán pasados por el tamiz del FEMINISMO.
Esto dará nuevas formas y concepciones en el propio movimiento Feminista. Lo que sí queda establecido como puntos en común son las fuerzas de dominaciones existentes producto de un sistema opresivo que toma todos los géneros y todas las aristas. Las declaraciones de los DERECHOS HUMANOS, tendrán que ser revistas y ampliadas en los temas de los colectivos de Mujeres, niños y niñas desde la diversidad.
La identidad será una cuestión importante y que se pondrá en temas de discusiones profundas y significativas.
He podido rescatar diferentes Mujeres que brindan su perspectiva en esta Segunda Ola, y que cuestionan hasta el presente dejando en muchos casos debates abiertos para que sigamos todos nosotros y todas nosotras buscando y reestructurándonos en una nueva construcción de Género. Desde la diversidad y dejando de juzgar conductas personales, para construir espacios activos sociales.
TEXTOS RECOMENDADOS
Del material de Heidi Hartmann “Un matrimonio mal avenido: hacia una unión más progresiva entre marxismo y feminismo”,(1) rescato la visualización del trabajo doméstico  por parte de DALLA COSTA y su cuestionamiento al marxismo, de su incorporación como un medio de producción y su retribución salarial, como así también las concepciones entre capitalismo y patriarcado. Las conclusiones que las concepciones surgidas en la época del marxismo distan de una plena igualdad entre Hombres y Mujeres. Dan a las feministas un impulso a que amplíen sus campos de acción.
El capital y la propiedad privada, decían los primitivos marxistas, son las causas de la peculiar opresión de la mujer, del mismo modo que el capital es la causa de la explotación de los trabajadores en general. Aunque eran conscientes de la deplorable situación de la mujer en su época, los primitivos marxistas no se preocuparon de las diferencias entre las experiencias del hombre y las de la mujer en el capitalismo.  No se preocuparon de la cuestión feminista: cómo y por qué es oprimida la mujer como mujer.” “Las feministas marxistas  que han examinado el trabajo doméstico también han subsumido la lucha feminista en la lucha contra el capital. El análisis teórico de María Rosa Dalla Costa acerca del trabajo doméstico parte de la relación del trabajo doméstico con el capital y del lugar del trabajo doméstico en la sociedad capitalista, y no de las relaciones entre el hombre y la mujer, tal como se dan en el trabajo doméstico. Sin embargo, la postura política de Dalla Costa de que la mujer debería exigir un salario por el trabajo doméstico ha despertado una mayor conciencia de la importancia del trabajo doméstico entre las mujeres del movimiento feminista. “” Dalla Costa despertó también en la izquierda una mayor conciencia de la importancia del trabajo doméstico, y dio lugar a un largo debate sobre la relación entre el trabajo doméstico y el capital Dalla Costa utiliza la concepción feminista del trabajo doméstico como un trabajo real para reivindicar su legitimidad bajo el capitalismo, afirmando que debería ser un trabajo asalariado”
 Del texto de Marxismo y feminismo, más allá del “matrimonio infeliz” (una crítica al sistema dual) de Iris Young:(2)
De la incorporación del concepto de grupos autónomos de mujeres, para que tengan su espacio para desarrollar su feminismo, “que exista un movimiento autónomo de las mujeres, por todas las razones prácticas generalmente expresadas por las feministas. Las mujeres deben tener un espacio para desarrollar relaciones positivas con otras mujeres, aparte de los hombres. Aprenderemos mejor a desarrollar nuestra forma de organizarnos, tomar decisiones, hablar y  escribir en un ambiente de apoyo, libre de la dominación del paternalismo o de los hombres. Un movimiento autónomo de la mujer puede llegar mejor a mujeres que ven la necesidad de luchar contra el sexismo, pero que hasta ahora no han visualizado esta lucha integrada a la lucha por el socialismo.  “
Iris Young introduce que no ve diferencias ni dificultades ni luchas contrapuestas activando en las prácticas contra el patriarcado y el capitalismo. Establece esta lucha centrando en la cuestión de los derechos reproductivos de las mujeres como punto común de lucha contra el patriarcado y contra el capitalismo, ya que ambos dos son los representantes de la negación por parte de ellos a la liberación de la Mujer y más en el aspecto sexual. Lo considera un error por parte de los movimientos de las Mujeres. Restablece y confirma que el Feminismo gracias a su influencia ha ayudado a que las personas y organizaciones socialistas tomen conciencia de examinar sus propios prejuicios y prácticas sexistas.
Con el texto de Lagarde (3) me seduce su impronta y empatizo con ella en las declaraciones de que jóvenes y jóvenes nos hemos enfrentado y fuimos parte de enfrentar a esa cultura conservadora, anacrónica y retrógrada y como pudimos dimos batalla con las desestructuras que contábamos en esos momentos que era la rebeldía y el desear querer ser como queríamos ser y no seguir las reglas estipuladas.”Pero hubo otra convulsión. La revuelta invisible e inaudible del 68 que cada quien enfrentó fuera de los espacios de la algarabía politizada y empoderada, fuera de los rituales colectivos entre pares. Fue la rebelión doméstica, familiar, de pareja que cada “68era” y “68ero” libró en su casa, frente a su padre y madre, frente a sus hermanos y hermanas,…”  Esos jóvenes fuimos parte de un proceso de renovación cultural cuya dimensión deseamos alcanzar ahora. Vivimos un enorme desencuentro con la cultura conservadora, anacrónica y retrógrada, y con las maneras acartonadas y miserables de vivir de las que procedíamos y nos estaban asignadas como destino. Mirando a los ojos a sus poderosos
defensores hicimos la crítica ideológica, práctica y tangible, al orden político cerrado, hostil y corrupto. Y nos enfrentamos, cada quien como pudimos, a la doble moral de las buenas familias y al qué dirán. Despotricamos de las parejas respetables siempre disparejas y huérfanas de amor. Rechazamos el trabajo que burocratiza los anhelos. No queríamos esa vida para el futuro y menos para el presente. Existencialistas por empirismo y revolucionarios por vocación ética, nos emancipamos. Hicimos la más prodigiosa “deconstrucción” en acto -diríamos a la usanza postmoderna-, inventamos el compañerismo entre algunas y algunos…”
  Las palabras que dignifican los 30 años de encuentros entre Mujeres emancipadas dando por sentado que hemos cambiado menos que el mundo que nos rodea. Ilustra esos 30 años como búsquedas ilustradas, de estudios, de redes y luchas con mujeres de aquí (por Argentina) y de otras tierras. Da que la sintonía entre las Mujeres nos ha dado desde esas épocas del 68 más dinamismo y más construcción profundos y radicales que las compartidas con los hombres transformadores. Habla de fascinación de unas a otras, de reivindicarnos a nosotras mismas y con la frase que me quedo es con que “hemos aprendido a ser disidentes de la disidencia y coincidentes radicales” Lagarde está más que sentado que el FEMINISMO es la fuente de lucha y de cambio radical en todos los sectores sociales y que las protagonistas únicas son las Mujeres.
Del texto de Ochy Curiel de “El dilema de las feministas negras” (4) me quedo con el ABORDAJE DE LA IDENTIDAD, como un proceso necesario y fundamental para la autoafirmación. Pone en el tapete el clasismo y las cuestiones que en muchos aspectos el Feminismo:
El postulado fundamental del feminismo de la igualdad sostuvo que las diferencias genéricas entre hombres y mujeres han sido construcciones sociales que crean desigualdades y jerarquías sociales. Cuestionó el determinismo biológico de esas diferencias genéricas. Así las diferencias estereotipadas que son asignadas a mujeres y hombres no eran más que mecanismos del patriarcado para justificarse y mantener a las mujeres fuera de los espacios de poder ejercido por los hombres, por tanto eran las bases fundamentales para el sexismo. Las estrategias fundamentales del feminismo de la igualdad fueron y aún lo son entrar a los espacios de poder público, la negociación, el cambio de leyes, entrar a la normativa del mundo androcéntrico bajo el supuesto de que con ello se minimizarían las diferencias de género. (Amorós.1990: 56)”
Nos deja la constancia de que las “Las feministas de la igualdad no han sido un grupo homogéneo. Encontramos aquí a las feministas liberales, que se plantearon reformas reivindicativas, las socialistas que intentaron combinar el análisis marxista de las clases con el análisis de la opresión de la mujer, haciendo énfasis en el patriarcado; hacen un aporte importante en colocar el concepto de división social del trabajo como aquello que provocaría la desigualdad entre los sexos dando lugar al nuevo concepto de “división sexual del trabajo”, destacando como la subordinación de las mujeres en la esfera de la reproducción se traslada al mundo de la producción; y las  feministas materialistas que por su parte sostuvieron que las mujeres constituyen una clase social, por tanto no un grupo natural que tienen situaciones comunes sobre la base de la explotación y opresión, es decir, son producto de una relación económica y de una construcción ideológica que refuerza ese sometimiento. Destacan el concepto de modo de producción doméstico para demostrar la explotación de la mujer en la esfera familiar. (Delphy. 1985:19)”. Encontramos también a las feministas radicales quienes asumen la política sexual como sus prioridades, destacando la violencia como producto de la apropiación y “explotación del cuerpo de las mujeres”, nos proporciona las diferentes fracciones de las concepciones del feminismo.
Pero distingue que “… el punto en común de todas esas corrientes fue desenmascarar el patriarcado como sistema a través de demostrar la construcción social, cultural y económica de las diferencias sexuales que se asumían como biológicas y naturales.”
¿Cómo manejaron el feminismo de la igualdad y el de la diferencia el concepto de identidad?
Ambas parten de la “identidad de mujeres” como aquello que logra articularnos frente a un enemigo común: el patriarcado. Era lo que nos daba la fuerza articuladora para hacer tambalear sus lógicas y sus normativas. Posteriormente se comienza a hablar del género como una categoría que permitió entender la subordinación de las mujeres asumiéndose la “identidad genérica” como elemento articulador de las mujeres.
El otro gran debate lo fue alrededor de la crítica que hacían lesbianas, negras, latinas, a un feminismo que se hacía cada vez más excluyente. Se legitimaba y reconocía la imagen de la mujer blanca, heterosexual y generalmente de clase media o burguesa. Sustentaban que asumir “mujeres” como una identidad homogénea que limitaba las posibilidades de abordar el racismo, la “lesbofobia”, el clasismo como sistemas de opresión y exclusión que tocaban a muchas mujeres y que también se manifestaba al interior del mismo movimiento feminista, por tanto partía de una posición universalista de las mujeres. En ese sentido la categoría “identidad de mujeres” y posteriormente la “identidad genérica” comienza a ponerse en entredicho. “
En su trabajo que concluirá con las líneas de debate que se encuentra el feminismo en cuestión de LA IDENTIDAD. Visibiliza la cuestión racial siendo la colectividad de Mujeres de afro ascendientes que “… comienzan a cuestionar el racismo dentro del feminismo al plantear que en los análisis y en las estrategias del movimiento no se consideraban realidades de muchas mujeres que además del género, le atraviesa la “raza” y la clase”.  La afroamericana Audre Lorde (5) apuntaba al respecto:
 ”Estar juntas las mujeres no era suficiente, éramos distintas. Estas juntas las mujeres gay no eran suficientes, éramos distintas. Estas juntas las mujeres negras no eran suficientes, éramos distintas. Estar juntas las mujeres lesbianas negras no era suficiente, éramos distintas. Cada una de nosotras teníamos sus propias necesidades y sus objetivos y alianzas muy diversas. La supervivencia nos advertía a algunas de nosotras que no nos podíamos permitir definirnos a nosotras mismas fácilmente, ni tampoco encerrarnos en una definición estrecha… Ha hecho falta un cierto tiempo para darnos cuenta de que nuestro lugar era precisamente la casa de la diferencia, ás que la seguridad de una diferencia en particular.” (Lorde citada por D’Atri; 2002:1) En este proceso muchas mujeres afro descendientes comienzan a gestar sus propias maneras de ver el feminismo a partir de sus experiencias y realidades al punto de crear lo que se ha denominado: el feminismo negro”.
Desde estos cuestionamientos surgen los grupos y colectivos que cuestionan y dan batalla a la identidad de género, introduciendo el debate más allá del movimientos de Mujeres:”A partir de la crítica a la “identidad de mujeres”, al “género”  y la “identidad genérica”  y sus contenidos esencialistas y universalistas se crea una autonomía entre las feministas creando grupos y colectivos a partir de la raza y la sexualidad, y se refuerzan las alianzas con otros sectores sociales como los gays y el movimiento negro mixto, entre otros. Las diferencias alrededor de la raza y la sexualidad desde entonces se convirtieron en una prioridad política para muchas feministas, todo ello sucedía en un contexto del fortalecimiento de los llamados “nuevos movimientos sociales” lesbianas, gays, indígenas, negras, en los años 8tas, donde en cada movimiento traspasaba otro por las diferencias que lo contenían. La política entonces pasó a ser lo que Nancy Fraser, feminista norteamericana llama “la política del reconocimiento de las diferencias y de las identidades” (Fraser: 1997).”
Desde lo complejo que es definir qué es la IDENTIDAD, “La identidad es algo complejo, entendiendo las dimensiones psicosociales en la que existe una relación individual y social. Desde el punto de vista individual podríamos entenderla como un proceso íntimo y subjetivo donde  la persona, a través de su propia experiencia, de representaciones, de referencias en la interrelación con otros y otras se concibe y actúa consigo misma/o y con los otros y otras. En el plano colectivo son referencias que rigen los interrelacionamientos de los y las integrantes de la sociedad o de grupos diferenciados de la misma Desde una visión sociológica la identidad se enmarca en una estructura de hechos y conflictos sociales. En ese sentido no es estática, sino fluctuante y cambiante de acuerdo a los procesos históricos. (Larkin: 2002)”
Lo que rescatamos en este párrafo que la IDENTIDAD no es estática que fluctúa según los procesos históricos y le agrego: sociales. Desde su trabajo empírico de investigación entre Mujeres del Caribe y afroamericanas, establece y determina que “El análisis de la política de la identidad debe partir de un entendimiento de cómo se van elaborando los conflictos sociales y los discursos hegemónicos, para poder visualizar sus profundas contradicciones. No debemos asumir una posición simplista de rechazarlas o de asumirlas. Es un tema complejo en la acción política, pues al tiempo que podemos pensar que estamos contrarrestando sistemas de dominación, podríamos estamos contribuyendo a su perpetuación y viceversa. Entender las identidades como productos sociales, cambiantes, fluctuantes nos puede favorecer tanto para no caer en esencialismos como no acusar de esencialistas a muchas posiciones políticas que asumen grupos sociales que no son legitimados ni reconocidos. Entender que si nos quedamos atrapadas en las identidades supondrá un reduccionismo que perderá de vista nuestra historia y sus procesos y la forma en que el racismo se va expresando en nuestras sociedades a través del tiempo. “
Introduce que la Identidad será y es el producto de la construcción y de la deconstrucción de las propias identidades que surge de un ir y venir de las luchas contra el racismo, el sexismo, el clasismo y el heterosexismo. Propone que para “lograr una transformación social debemos tener una propuesta política articuladora, es decir una utopía de sociedad que permita concebir sistemas de opresión, exclusión y marginación como sistemas de dominación articulados. La intervención política debe contemplar entonces estrategias también articuladas.” Y que para esa articulación deberemos priorizar alianzas con “aquellos sectores de mujeres que son atravesados por esos sistemas de dominaciones: racismo, sexismo clasismo, heterosexismo y que en ello se sustente una nueva práctica política feminista que no nos siga atomizando en las especificidades de cada grupo social.”
Nos dice que comencemos a revisar desde nosotras mismas y nosotros mismos las reformulación de nuestras concepciones en cuestiones de racismo, “nuestras propia lesbofobia y nuestro propio clasismo, pues si seguimos reproduciendo privilegios en nuestras relaciones interpersonales, las estructuras sociales no son posibles de cambiar y viceversa, lo cual es un viejo principio feminista, pero nunca está de más recordarlo de nuevo ya que es la parte que más nos cuesta asumir.”
Por último el texto de Verónica Beechey:”SOBRE EL PATRIARCADO”,(6) nos introduce a desmenuzar el concepto desde sus conceptos del movimientos feminista, desde su concepción histórica hasta las diferentes miradas y concepciones políticas sobre el término.”El concepto de patriarcado que ha sido desarrollado en los textos feministas no es un concepto sencillo o simple, incluso presenta toda una variedad de significados diferentes.”
En todo su análisis cita y pasa por las feministas radicales y marxistas dando como satisfactoria una teoría que el “patriarcado debería ser históricamente específica, y debería explorar las formas de patriarcado que existen dentro de los modos de producción particulares. Esto sugeriría que las formas de patriarcado que existen en el capitalismo son diferentes de las formas existentes en el pre-capitalismo o en las sociedades socialistas. No considero que la existencia de una diferenciación biológica de los sexos que atraviesa los modos de producción pudiera invalidar este argumento, ya que la diferenciación biológica es menos significativa que las diferentes formas de construcción social de género y que las formas de institución social en las cuales el patriarcado existe en las diversas sociedades.”
Nos brinda como nueva visión de que las formas del patriarcado que existen en las instituciones particulares deben ser investigadas, ya que no debemos suponer que la dominación asume la misma forma en todos los procesos y etapas históricas y sociales:” Por ejemplo, las formas de dominación patriarcal que existían cuando la economía doméstica era la unidad productiva primaria son distintas de las formas que emergen cuando el capital toma el control sobre el proceso de producción. Las mujeres, habiendo sido previamente sujetas al control de sus maridos dentro del hogar, pasaron a ser sujetos del control capitalista desde el momento que son trabajadoras asalariadas. Ellas son, de este modo, doblemente dominadas: por sus maridos dentro de lo familiar, y por el dominio del capital y sus agentes si hacen trabajo asalariado.”
Y de Adrienne Rich(7) me quedo con este párrafo que tiene que ver con la identificación femenina como fuente de energía y de la fuerza de generar y hacedoras de potenciar los cambios que el Mundo necesita urgente:”La identificación femenina es una fuente de energía, un dínamo potencial del poder femenino, cercenado y contenido por la institución de la heterosexualidad. La negación de la realidad y de la visibilidad a la pasión de la mujer por la mujer y a la elección de una mujer por otra como aliada, como compañera de vida y como comunidad, el forzar tales relaciones al disimulo y a su desintegración bajo intensa presión han significado una perdida incalculable del poder de todas las mujeres para cambiar las relaciones sociales entre los sexos, para liberarnos cada una y las unas a las otras. La mentira de la heterosexualidad femenina obligatoria daña ahora no sólo los estudios feministas, sino todas las profesiones, todas las obras de referencia, todos los planes de estudio, toda relación o conversación sobre la que se cierne. (…)”
En el sentido más allá de las elecciones de género que dispongamos, somos las Mujeres, el género que puede mirar más allá de su propio género y su propia biología.  Con la cosmovisión genérica más allá que se establezca hetero, homo o lésbica somos FÉMINAS. Y las que históricamente dan el primer paso y dan batalla somos y seremos las Mujeres más allá de su condición genérica.
Aixa García
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