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Argentina : Femicidios

muertes con poco peso en la agenda mediática y política

¿Hay muertes más importantes que otras o hay muertes a las cuales se les puede sacar más rédito mediático y político?


x María Paula García  

Mientras que la cuestión de la inseguridad se ha instalado nuevamente en los medios, el aumento de los casos de mujeres asesinadas fundamentalmente por sus parejas o ex parejas no suscita la misma preocupación.

En las últimas semanas se reinstaló en la agenda de algunos sectores políticos y mediáticos el tema de la inseguridad. A partir de situaciones reales, asistimos a la reproducción casi obsesiva de un discurso acompañado de imágenes impactantes, que se traduce finalmente en alarma social. Y cuya máxima expresión es el tema de los repudiables linchamientos.

Se condena la violencia, se reclama el derecho a una vida tranquila, se piden soluciones de manera inmediata. Sin embargo basta con leer los diarios y mirar algunos noticieros de radio o de TV para darnos cuenta de que no todos los crímenes son iguales de importantes, que no todas las muertes revisten de la misma gravedad ni suscitan el mismo nivel de indignación.

Imaginemos por un minuto qué pasaría si cada 30 horas asesinaran a un comerciante, a un colectivero o a un policía. Y agreguémosle que dichas muertes hubieran podido evitarse, que ese comerciante, colectivero o policía hubiera denunciado amenazas y nadie le hubiera prestado atención. No es muy difícil suponer la irrupción de protestas de vecinos, amigos, conocidos pidiendo justicia y de toda una sociedad indignándose y pidiendo la cabeza de políticos, judiciales y policiales.

Así como tampoco faltarían muestras de dolor por parte de diversos funcionarios en conferencia de prensa.
Pero que una mujer sea asesinada justamente por su condición de mujer cada 30 horas no le mueve el pelo a casi nadie. No hay protestas, ni movilizaciones, ni conferencias de prensa, ni presentación de planes de contingencia.

La alarmante cifra de una mujer asesinada cada 30 horas corresponde al “Informe de investigación de femicidios en Argentina”, presentado en 2013 por la Asociación Civil La Casa del Encuentro. Un informe que proporciona prácticamente las únicas estadísticas existentes debido a la ausencia total de datos oficiales por parte del Estado.

Ya en 2013 los datos revelaban un aumento del 11,4% de los asesinatos respecto del año anterior. Y proporciona elementos significativos: la mayoría de las asesinadas lo fueron en manos de sus parejas o ex parejas; hombres contra los cuales ya habían presentado denuncias y que tenían libradas órdenes de restricción o de exclusión del hogar. Y si a ello se le suman aquellas que murieron en manos de sus padres, padrastros u otros familiares, tenemos que el 75,6% de las víctimas fueron asesinadas por conocidos cercanos. Por otra parte, más de la mitad de los femicidios se llevaron a cabo en el hogar de la víctima, del victimario o en el hogar compartido.

Al mismo tiempo que se han incrementado los asesinatos de mujeres, también han crecido las consultas de mujeres por noviazgos violentos. Sólo en la Ciudad de Buenos Aires los llamados a la línea 0800-666-8537, que ofrece asesoramiento y contención frente a estos episodios, recibió 9 mil llamados durante el 2013, unos 24 por día que representan un 20% más que el año anterior. Una gran señal de alarma, ya que la violencia tanto física como verbal y psicológica empieza para la mayoría de las mujeres durante el noviazgo.

Mientras Scioli presentaba su plan contra la inseguridad en la provincia, mientras los medios debatían sobre los linchamientos y mientras las diversas opciones de derecha se regodeaban con sus propuestas de mano dura, murieron asesinadas varias mujeres.
Algunas de estos últimos días fueron:

- Claudia Peñalba, de 32 años, embarazada de ocho meses, murió producto de una brutal paliza que le propinó su pareja frente a su hija de 10 años. Afortunadamente los médicos de un hospital de Quilmes lograron salvar la vida del bebé que estaba gestando.

- Julia Flammini, de 30 años, fue asesinada de 70 puñaladas en un complejo de cabañas de Gualeguaychú. Había viajado para ver el recital del Indio Solari. Por el crimen detuvieron a un hombre conocido de la víctima que se alojaba en el mismo lugar, en un bungalow contiguo. Según contó el padrastro de la joven, el presunto asesino intentó violarla antes de matarla.
- Romina Aramayo, de 18 años, fallecida en Jujuy por politraumatismos y traumatismo encéfalo craneano después de haber sido violada. La policía busca aún al responsable.
¿Por qué no se ve a la violencia de género como un problema de inseguridad? Es un interrogante que surge inmediatamente. Y no existen respuestas únicas y sencillas.

La primera explicación es la naturalización: la violencia de género, incluso en su forma más extrema que es el femicidio, cuenta con una gran dosis de naturalización por parte de la sociedad. Incluso la preocupación que muchas veces se expresa frente a ella tiene la debilidad de percibirla como un problema individual, de mujeres vulnerables y de hombres violentos, y no como un problema social, cultural y de derechos humanos, que atenta contra la vida y la dignidad de las mujeres.
Pero también es necesario decir que los delitos como la violencia física y los femicidios no son posibles de capitalizarse políticamente. Cuando los medios hegemónicos y los sectores políticos más conservadores utilizan instrumentalmente los delitos de robo y de robo seguido de muerte, lo hacen para crear determinados climas sociales, temor y reacciones intempestivas. Raras veces para plantear los problemas de fondo a los cuales remiten y siempre poniendo un énfasis especial en la oposición binaria entre un “nosotros” y un “ellos”. Debajo del velo de la supuesta neutralidad, el crimen callejero es presentado como llevado a cabo por “otros” ajenos y contrapuestos a una mayoría, “otros” que siempre son sectores populares, pobres, marginales y muchas veces inmigrantes.

Y este discurso estigmatizador no encaja con la violencia de género, porque para las mujeres es más peligroso el hogar que la calle. Ni más policías, ni las rejas, ni las alarmas, ni los circuitos cerrados de TV tienen sentido, porque los agresores son los que están dentro o con acceso a los hogares. En los casos de femicidio es imposible construir un “nosotros” en oposición a un “ellos”, porque la problemática es transversal a toda la sociedad.

De ahí que cuando los medios toman efectivamente algún caso de asesinato recurren a otro tipo de espectacularidad. Con un interés inversamente proporcional a la distancia que tenga el hecho de la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano bonaerense, y siempre encajonado en las crónicas policiales, el tratamiento de la noticia se centra obsesivamente en los detalles morbosos. De esta manera, se revictimiza a las mujeres, se recortan sus cuerpos, se los presenta como ultrajados, golpeados, violados y desechados. Y las causas más profundas de la violencia de género terminan invisibilizadas, mientras la sociedad termina entrampada en un relato sensacionalista y, finalmente, anestesiada.

Fuente : www.notas.org.ar

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