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Argentina : La experiencia del aborto contada por sus protagonistas












El documental Yo aborto, tú abortas, todxs callamos, dirigido por Carolina Reynoso, aborda la realidad múltiple y compleja de la interrupción voluntaria del embarazo en Argentina. Rompe el silencio y ofrece la cámara y el micrófono para mujeres dispuestas a defender su autonomía y el derecho a decidir sobre sus propios cuerpos.

“El documental gira alrededor del aborto y de la lucha por este derecho”, sostiene la cineasta Carolina Reynoso, que asistirá hoy al estreno en Mendoza de su película sobre un derecho largamente reclamado y negado. “Está estructurado a través de testimonios de siete mujeres muy diferentes entre nosotras: en orígenes geográficos, en clases sociales, en estados civiles, que contamos nuestras experiencias. Tratamos de ser variadas porque, justamente, uno de los mitos sobre el tema es que solo abortan las mujeres de las clases populares. Pues no: todas las mujeres estamos ante la posibilidad de un embarazo no deseado y de decidir interrumpirlo”.

A partir de distintas situaciones que lo motiven: no tener dinero, sentirse demasiado joven o demasiado mayor para ser madre…

Claro. A lo largo de la película, las mujeres que abortamos (porque yo doy también mi testimonio) describimos diferentes motivos para abortar y diferentes formas también de enfrentarlo y de transitarlo. Así vamos pensando en el derecho al aborto y resignificamos el nuestro como una decisión autónoma sobre nuestros cuerpos.

De ese modo, naturalizan también algo que se presenta como extraordinario pero que es bastante corriente en la vida de las mujeres. Todas podemos decir que abortamos o que conocemos a alguien muy cercano (familiar, amiga, vecina, compañera de trabajo) que lo ha hecho.

Hay un promedio de dos abortos por mujer, se supone que cada una de nosotras ha abortado al menos una vez. En la película se muestra un taller que se hace en un barrio de Córdoba, en el que la tallerista pregunta si alguien conoce a una mujer que haya abortado, y casi la totalidad de las presentes levanta la mano. También sucede cuando empezás a hablar de aborto. Cuando pude hablar del mío, me enteré de un montón de mujeres de mi entorno que también lo habían hecho pero se habían silenciado por esta culpabilización sobre este tema, por la misma ilegalidad del aborto pero también por la mirada estigmatizante desde la sociedad.

De ahí la segunda parte del título: “todxs callamos”, es decir, tanto las mujeres que se lo han practicado como los varones que han acompañado la práctica.

Así es. El título fue mutando a través del tiempo. Un día dije: “Todas callamos” y el productor del documental, Santiago Nacif Cabrera, que era mi pareja en el momento en que me hice el aborto, me dijo: “Todas, no: todxs”. Obviamente, él entiende que el aborto pasa por el cuerpo de las mujeres, pero en ese acompañamiento y en ese miedo que compartía conmigo (porque no contábamos con un médico que nos dijera qué me iban a hacer, cuáles eran los riesgos), los dos sufrimos por ese silenciamiento ante la sociedad. Los varones también tienen un papel dentro de la película. Además de los testimonios y de las organizaciones feministas y de mujeres que vienen luchando desde hace mucho por este derecho, también están los Varones Antipatriarcales, que cuentan muy claramente por qué consideran que se tienen que involucrar y es que, para empezar, cuando hay un embarazo no deseado ya hay un varón involucrado. Pero aun en el caso de quienes no tengan prácticas sexuales con mujeres, ellos sienten que se tienen que apropiar de esta lucha porque tienen que cuestionar sus privilegios para crear una sociedad mejor. No dejar decidir a las mujeres es parte del patriarcado. También lo hacen porque, cuando se habla de aborto, se habla de autonomía sobre los cuerpos, lo que implica poder abortar pero también tener las prácticas sexuales que cada unx quiera, vestirse como unx quiera o cambiar la identidad de género de acuerdo a lo que unx sienta. Por eso los varones están incluidos en esta película y en esta lucha. 

En esa misma línea, las marchas del orgullo en Mendoza incluyen entre sus consignas el reclamo por el aborto legal, seguro y gratuito.

Desde esa misma postura se involucran también las compañeras trans y todo el movimiento LGTTB, claro. La película gira sobre esto: el derecho sobre nuestros cuerpos, la necesidad de poder elegir con seguridad y con libertad, y no perder de vista que es un tema de salud pública y de justicia social. El mito de que las mujeres de las clases populares son las que abortan viene de que son esas mujeres las que ponen en peligro el cuerpo, la salud y muchas veces la vida. Por eso es necesario legalizarlo, para darles acceso a todas sin discriminar.

Por eso solemos decir que clandestinos son todos los que no califican como no punibles, pero algunos son inseguros y otros, no.

Pero al estar en la ilegalidad, ninguna práctica es segura, en todo caso es menos insegura. Cuando me hice el aborto tuve la plata para pagar la clínica pero, por la misma situación de clandestinidad y de percepción de la ilegalidad, no pude preguntarle al médico si realmente era médico, cuando le pregunté qué me iba a hacer no me quiso dar información, tampoco cuando le dije que tenía algunos dolores. Tener el dinero es mejor que no tenerlo, pero igual estamos ante una situación bastante insegura porque nos silencian mediante la ilegalidad, que lo único que consigue es ponernos a todas en un marco de inseguridad.

























¿Cómo hiciste para reunir los testimonios?

Fue un trabajo de hormiga, porque tenían que reunir varias características. En principio, teníamos que decir nuestros nombres, mostrar nuestros rostros, hablar de nuestras vidas, ya que el “yo aborté” no es culposo sino reivindicativo de esta práctica, de transformación del estigma en emblema, poder decir: “Yo aborté a pesar de todos los mandatos, los miedos y los riesgos”. Además, teníamos que poder relacionarlas con un mito, porque cada testimonio busca derrumbar un mito. Sumado a esto, lo que decíamos antes, que debíamos ser distintas en cuanto a origen geográfico, estado civil, etcétera. Por último, teníamos que lograr cierta empatía, porque esta no es una película de entrevistas, son diálogos entre mujeres que abortamos, luchamos por la legalización del aborto y reflexionamos en función de eso. Hoy estas mujeres son grandes amigas que me regaló la película.

Te pregunto por dos temas actuales relacionados con este derecho. El primero se refiere al informe que presentó hace algunas semanas el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA) sobre embarazo adolescente. En el detalle sobre Argentina, se calculaba que uno de cada seis egresos hospitalarios por aborto inseguro correspondía a una adolescente. ¿Qué lectura hacés de este dato?

Lo leo en el marco lo que pide la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto: “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”. Tenemos una ley de Educación Sexual Integral muy interesante, que no es aplicada en la mayor parte del país. Por un lado, hay que legalizar el aborto para que estas jóvenes puedan ir a cualquier sala u hospital y decir: “Quedé embarazada sin desearlo y necesito abortar”, pero también llegar antes, enseñar desde la primaria y aplicar esta ley, que si no se aplica es peor que nada. Por otro lado, hay dar a lxs adolescentes información y libertad para hablar. La información sola no basta, el embarazo no deseado tiene que ver con muchas cosas mucho más complejas, pero es la base para trabajar cuestiones más ligadas a lo simbólico, a la necesidad de algunxs jóvenes de tener un proyecto propio que no pase por una maternidad temprana. El piso tiene que ser la información y el conocimiento del derecho de estas jóvenes a decidir sobre sus cuerpos.

Algo que, probablemente, ayudaría, con el correr de los años, a bajar ese promedio nacional de dos abortos por cada mujer a lo largo de su vida fértil porque, como sea, estamos hablando de tener que decidir a partir de una situación no deseada, que siempre es mejor evitar.

Exactamente, y está comprobado que, en los países donde se ha legalizado, ha bajado la tasa de abortos porque ha circulado mayor información, porque las personas pueden preguntar y pueden decir. El eslogan de la Campaña tiene que ver con que podamos tener más información, más capacidad para decidir, que la sexualidad en general deje de ser tabú, no solamente el aborto. Porque, para las mujeres, hablar de sexualidad y de deseo es tabú, aunque parezca mentira. Tenemos cuerpos visiblemente sexuados para mercantilizarlos, para mostrarnos como una parte por el todo, pero nos cuesta hablar de nuestros deseos y nuestra sexualidad. Hay muchos tabúes para romper, y el aborto es uno de ellos, lo que pone en peligro la vida de las mujeres.

Sobre todo, comparado con los países en los que es legal y el Estado llega a tiempo, porque brinda información desde temprano y pone al alcance de las mujeres los recursos que hagan falta para revertir una situación no deseada, frente a este Estado que se niega a estar donde le corresponde. Por ejemplo, con los cambios que se le han hecho al proyecto de reforma del Código Civil, con los que se retrocede en lo que se venía ganando en cuanto a derechos reproductivos. 

Exacto. Lo que me irrita es el doble discurso. Por un lado, dicen que se podría llegar a despenalizar, que algunxs candidatxs podrían presentar algún proyecto y eso queda en nada. Por otro lado, sacan este código totalmente servil a los intereses más conservadores, a los de la Iglesia, de las religiones. No tengo nada contra las religiones, respeto profundamente los credos y las creencias a nivel personal, pero esta modificación en el Código Civil implica que el Estado se meta en las vidas privadas de cada persona que habita este territorio, porque lo pone al servicio de algunxs. En cambio, cuando pedimos por el derecho al aborto, no exigimos que todas las mujeres aborten más allá de lo que piensan, sino que pedimos un acceso seguro a esa práctica, que cada una pueda elegir si quiere abortar o no. Lo del Código Civil es lamentable. Las mujeres nos tenemos que organizar, salir a la calle e impedir que esto termine de conformarse. Si no quieren escuchar a las mujeres de su país, tienen que saber que todas las organizaciones de derechos humanos dan cuenta de que el derecho al aborto es un derecho humano. Si dicen por un lado que desde el Estado se está avanzando en un montón de derechos ligados a la autonomía y la libertad (Matrimonio Igualitario, Identidad de Género), tendrían que avanzar en este sentido para darnos la posibilidad de abortar con seguridad a las que queremos hacerlo, y a las que no, que puedan decidir no hacerlo, como siempre. Acá no se avasalla el derecho de nadie.














Yo aborto, tú abortas, todxs callamos se presenta este sábado 7 de diciembre a las 20.00 en el Cine de la Universidad (Lavalle 77, Ciudad). Participará del estreno el equipo de producción, encabezado por la directora Carolina Reynoso; representantes de la Red PAR, organizadora del evento; y Alejandra Ciriza y Claudia Anzorena como representante de la Campaña por el Derecho al Aborto.

Documental sobre aborto

fuente : http://www.edicionuncuyo.com/

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